El gaucho como prototipo humano
El gaucho es un tipo humano surgido en el Sur de América, en los países del Río de la Plata y en la zona sur del Brasil. Por eso mismo, estando indisolublemente unida a él, la literatura gauchesca en idioma español es un tipo de literatura de los países rioplatenses, Argentina y Uruguay; sin dejar de advertir que existe igualmente una literatura gauchesca en portugués, especialmente referida al estado brasileño de Río Grande del Sur. Aunque no es una cuestión propia de este tema, debe tenerse en cuenta que, especialmente en la época previa a la consolidación del Estado uruguayo, existió siempre una intensa vinculación, en muchos aspectos, entre el sur del Brasil y la Provincia Oriental.
El origen de la palabra gaucho ha sido ampliamente analizado; y existen diversas opiniones, ninguna de ellas absolutamente concluyente. Se le ha atribuído ser una deformación de guaso (hombre de campo, rústico, grosero y tosco), un trastrueque de la palabra guacho (huérfano o más propiamente nacido de madre soltera y a menudo abandonado por ella); o una derivación de gauderio (holgazán, poco inclinado a trabajar).
Sin embargo y a pesar de ser poco mencionado lo más probable es que la expresión, que hay amplio consenso en cuanto a que comenzó a emplearse en la Banda Oriental, provenga del sur del Brasil donde la palabra gaúcho puede considerarse una deformación de la palabra portuguesa garrucho, (que se pronuncia marcando la rr en forma gutural) y cuyo sentido es portador de garrocha; esto es, el hombre a caballo que para gobernar las tropas de ganado utiliza una larga vara hecha de una rama de árbol. Cabe anotar que pronunciándose la ch en portugués con el sonido SH, al castellanizar la pronunciación como che casi en forma imperceptible se cambia el acento de la U para la A.
El tipo humano designado tradicionalmente como gaucho responde esencialmente a un individuo generalmente mestizo que habitaba en los campos semidesiertos, en una época previa a la modernización agropecuaria, en las vastas planicies no cultivadas (ni cercadas) de la zona subtropical de América del Sur; que actualmente forman parte de la pampa argentina, y los territorios al este del macizo andino que comprenden la zona aledaña de los ríos Paraná y Uruguay, hasta el Rio de la Plata y el Océano Atlántico, especialmente el actual Estado de Río Grande del Sur, y, por supuesto el actual territorio uruguayo.
Surgido hacia fines del Siglo XVII, luego de que las planicies se poblaran con ganaderías vacunas expandidas por las autoridades coloniales españolas, (p.ej. Hernandarias) y cuando comenzaban a estructurarse algunas explotaciones de estancias; las circunstancias locales influyeron fuertemente en su ambiente vital. En el sur de la pampa argentina, por ejemplo, se iniciaba la conquista del desierto, actividad colonizadora de esos territorios en los que habitaban algunas tribus indígenas que desarrollaron una oposición muy combativa a la penetración de los colonos de origen europeo. Existe una obra clásica de la literatura argentina, Una expedición a los indios ranqueles de Lucio V. Mansilla, que trata de dicha época histórica.
Las actividades propias de la ganadería, tales como la faena y el cuereado del ganado mayormente cerril, le hacían diestro con el cuchillo; que naturalmente pasaba a ser su arma de ataque y defensa en las contiendas suscitadas por la limitada vida de relación social que se desenvolvía principalmente en el ámbito de las pulperías; locales a menudo aislados en el campo, que servían múltiples fines de provisión de algunos alimentos, ropas, utensilios y equipos (principalmente para la monta equina), posada y lugar de reunión con frecuente libación de bebidas alcohólicas, entre las cuales el aguardiente de caña, a menudo de origen brasileño, ocupaba un lugar preferente. Bebida con fuerte contenido de alcohol metílico cuya embriaguez propicia conductas sumamente agresivas, y que tiene una acción muy nociva para el cerebro y el hígado.
La característa personal más típica del gaucho es el individualismo . Siendo a la vez una persona sin vinculación económica con un lugar fijo, por carecer de propiedad terrestre y por su propia actividad esencialmente ganadera - de hecho un verdadero nómade; generalmente poseía gran habilidad como jinete, siendo el caballo su elemento referencial más importante, incluso desde el punto de vista patrimonial. El caballo es para al gaucho el instrumento esencial de su movilidad y consiguientemente de su libertad; por lo cual quedar de a pié es una verdadera tragedia personal y le significa un menoscabo total en todos los aspectos.
Consecuentemente, el gaucho casi no contaba con elementos de su propiedad personal, aparte de sus propias ropas y los equipamientos de su caballo. El recado, o silla para montar, y sus diversos componentes (cincha, cojinillo, estribos) eran seguramente su propiedad más preciada; y los que en alguna forma evidenciaban su posición en lo económico. Así como su habilidad para trabajar el cuero en la confección de otros útiles como los lazos y las boleadoras, era una condición muy valorada en su medio. Signos de buena posición económica eran por lo general el uso de guarniciones de plata (hebillas, aros) en su ropaje, o en su cabalgadura.
Esa forma de vida altamente móvil y desarraigada, determinaba asimismo que casi no existieran estructuras familiares estables; por lo que en forma muy extendida los niños nacían de uniones circunstanciales, quedando a cargo de sus madres y en muchos casos se criaban guachos (huérfanos) desde muy corta edad. Se origina así un tipo de persona de vida y mentalidad esencialmente solitaria, individual, sin otra socialización que la mínima indispensable, reacio a integrarse a cualquier tipo de estructura permanente de subordinación (sea familiar o de trabajo); que subsistía casi exclusivamente en forma autárquica y con la única aspiración de cubrir sus necesidades más primarias.
La paulatina penetración de una economía más organizada en la explotación de la ganadería - y, todavía mucho menos, de la agricultura - introdujo principios de sedentarización; que dieron origen a algunos asentamientos más estables y a una difusión poco a poco creciente de las estructuras de familia. Pero la inestabilidad política, generada sobre todo por las guerras entre facciones de caudillos y en el caso argentino, por la conquista de territorios ampliamente detentados por indígenas fue un factor de frecuente destrucción de esos núcleos familiares por la salida de los hombres al combate; y, a menudo, por la inevitable movilización de todo el grupo humano junto a los ejércitos (de lo cual es ejemplo ineludible el éxodo del pueblo oriental) que frecuentemente provocaba la dispersión de esos iniciales agrupamientos familiares; así como la recomposición de las parejas o los episodios de infidelidad que a menudo son temas en la literatura gauchesca.
En ciertas zonas, los gauchos se vieron inevitablemente insertos en los episodios bélicos de la época independientista; y los suscitados por diversas rivalidades políticas consiguientes a la evolución de una situación originariamente muy inorgánica de la vida social y económica, en que el ganado vagaba libremente sujeto a expediciones de captura con el objeto de obtener el primeramente el cuero y más tarde el tasajo; y donde no existía autoridad civil o política alguna.
El paulatino proceso de estructurar una presencia de la organización económica e institucional colonizadora de esos territorios practicamente vírgenes, tuvo necesariamente que implicar un cambio de los hábitos de vida de quienes habitaban en ellos en condiciones totalmente inorgánicas; algunos integrándose a las nuevas condiciones otros resistiéndolas, no adaptándose y quedando, en consecuencia, marginados.
Naturalmente, esos habitantes de las planicies abiertas no solamente carecían de estructuras sociales - incluso en buena medida a nivel de familia - sino también de casi todo tipo de instrucción; salvo las habilidades requeridas por su actividad y en cierto modo, su esparcimiento. Incluso su lenguaje, aunque siendo básicamente el español, tuvo importantes modificaciones. Si bien, como regla general, no existió una influencia lingüística indígena (dado que los idiomas de los indios eran bastante primitivos y buena parte de los territorios no habían tenido, siquiera, una población indígena significativa), el idioma español de los colonizadores sufrió abundantes deformaciones en el medio habitado por los gauchos; y en algunas zonas tuvo indudablemente una incidencia importante la convivencia con el habla portuguesa. Curiosamente, la incipiente presencia de ingleses y aún de franceses, determinó el surgimiento de algunas palabras gauchas de ese origen, como aguaitar (esperar), originada en la voz inglesa wait.
De tal modo y poco a poco se conformó un verdadero dialecto basado principalmente en el español y en mucho menor medida en el portugués, como habla gauchesca; así como varias décadas después surgió - especialmente en el ambiente urbano de Buenos Aires - un lenguaje dialéctico propio, el lunfardo en buena medida derivado de la influencia del italiano y especialmente el napolitano de los inmigrantes. La presencia en el medio rural de estos inmigrantes europeos de bajo nivel económico y cultural, de habla poco menos que ininteligible para el gaucho, napolitanos y gallegos, es motivo de menciones jocosas en varias obras gauchescas, como el Martín Fierro.
El creciente contacto con personajes provenientes del medio colonial urbano, que representaban el movimiento de institucionalización y organización de la vida política y económica de sus regiones, fue suscitando una situación de enfrentamiento y oposición que - como suele ocurrir - desarrolló en aquellos componentes de un nivel culturalmente menos cultivado y poca capacidad para adaptarse a las nuevas condiciones, una actitud de exteriorización de sobrestimación propia, de orgullo y altanería, manifestada en la burla y el desprecio hacia ese tipo de personas de superior cultura y habilidades intelectuales, que aparecían en su medio investidas de poder y autoridad.
La inserción de los gauchos en bandos combativos, producto de las luchas políticas de la independencia y las de las posteriores facciones consiguientes a ella, indudablemente contribuyó en gran medida a que se consolidaran actitudes de, por un lado sobrevaloración de sus dotes, su estilo de vida y su realidad socio-económica. Y, por otro lado, a la consideración despreciativa y ridiculizante hacia los sectores opuestos - que representaban los prototipos humanos de una sociedad en progreso y modernización en la cual no encontraban cabida - señalando especialmente su carencia de las condiciones individuales de fuerza física y habilidades propias del gaucho (puebleros, manates - por magnates - cajetillas, dotores, etc.) y equiparando sus mejores dotes de habilidad intelectual, comercial o técnica con prepotencia, hipocresía, mala fé, malicia e incluso, racismo.
Los propios hechos de la vida política argentina inmediatamente posterior a la independencia, propiciaron que importantes grupos de individuos provenientes de ese medio se trasladaran a los ambientes urbanos; especialmente como integrantes de las tropas reclutadas para los ejércitos al servicio de los diversos caudillos. Así por ejemplo, la instalación en Buenos Aires del gobierno de Juan Manuel de Rosas, estuvo respaldada por un contingente de milicias (especialmente una suerte de incipiente policía política llamada la mazorca) generalmente compuesta por individuos desarraigados de sus anteriores ambientes camperos, altamente indisciplinados y fuertemente inclinados a cometer toda clase de desmanes. Lo cual, indudablemente, no favoreció la imagen del gaucho en la sociedad urbana.
En tales circunstancias, las pasiones políticas se exacerbaban, el encono entre los partidos federal y unitario (trasuntado en el célebre pregón de los rosistas viva la santa Federación, mueran los salvajes unitarios) se expresó en importantes encuentros bélicos; que fueron alternando las facciones en el poder, hasta la definitiva imposición del centralismo bonaerense.
Naturalmente, todo ese clima contribuyó a que la figura del gaucho fuera, de una parte, identificada con la barbarie y la incivilización que se oponía al proceso de modernización, progreso y expansión educativa.
En tanto que otros la fueron idealizando como expresión de un estilo de vida que - aunque irremisiblemente condenado a desaparecer - se añoraba conservadoramente, como símbolo de virtudes viriles, objeto de toda clase de abusos y arbitrariedades represivas y centro de una época pastoril, plácida y tranquila, que justifica la calificación de bucólica, eglógica y virgiliana con que algunos identifican algunas expresiones de la poesía gauchesca.
La exaltación del gaucho fue, de tal modo y en cierto momento, un vehículo de propaganda política. Luego, y conforme el proceso histórico fue desenvolviéndose y se modernizaron las estructuras sociales y económicas, la literatura gauchesca se fue convirtiendo en nativista. En ella, la denuncia social de la existencia de un grupo humano en situación de persecusión y miseria fue sustituída - tanto en el Río de la Plata como en sur del Brasil - por la exaltación en las sociedades nativistas o criollas de sus valores morales y el cultivo de sus estilos de vestir, de cantar, de bailar; tanto como por algunas costumbres típicas que le sobrevivieron, como la de sorber infusión de yerba mate en el recipiente conformado por el fruto del poronguero.
De todos modos, bueno es tener presente que el prototipo humano del gaucho emergente de la literatura gauchesca, es la resultante de una idealización artística, respecto de la cual como suele expresarse es probable que en relación a los individuos reales, aunque sea en cierta medida Cualquier parecido con personas reales, vivas o muertas, es producto de la casualidad.
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